REGALA
Las quimeras que se desean y persiguen se pueden hacer realidad.
En Foradada Restaurant y en sus terrazas te ofrecemos una puesta de sol diferente cada día. Un espacio único donde buscar “El rayo verde”. Especial para ti y tu pareja o bien para celebrarlo con tus amistades. Un lugar para el sosiego y el deleite donde las quimeras que deseas pueden hacerse realidad.
En breve tendremos disponible la compra de bonos regalo online.
Si ahora desea regalar Sa Foradada Restaurant póngase en contacto con nosotros.
“…Era una chispa intensamente verde, era un rayo verde aunque no fuera un rayo, era el rayo verde, era Julio Verne murmurándome al oído, ¿Lo viste al fin, gran tonto?”
Julio Cortazar
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Te ofrecemos diversos espacios:
La Terraza del restaurante para grupos grandes.
Segundo Mirador para parejas o grupos pequeños.
Lo único que tienes que hacer para conseguirlo es regalarlo a quién tu desees y nosotros te ayudamos a que lo consigas con nuestros suculentos manjares aderezados con un buen vino o champagne y, sinceramente, esperamos que lo logres.
Cuento El Rayo Verde
Ayer, desde el mirador del Archiduque Luis Salvador, miré una vez más hundirse el sol en el mar. Un amigo mencionó el rayo verde, y me dolió por adelantado que los niños presentes lo esperaran con la misma ansiedad con que yo lo había deseado en mi absurdo horizonte suburbano; ahora sería peor, ahora las condiciones estaban dadas y no habría rayo verde, los padres justificarían de cualquier manera el fiasco para consolar a los pequeños; la vida – así la llaman – marcaría otro punto en su camino hacia el conformismo. Del sol quedaba un último, frágil segmento anaranjado. Lo vimos desaparecer detrás del perfecto borde del mar, envuelto en el halo que aún duraría algunos minutos. Y entonces surgió el rayo verde, no era un rayo sino un fulgor, una chispa instantánea en un punto como de fusión alquímica, de solución heracliteana de elementos. Era una chispa intensamente verde, era un rayo verde aunque no fuera una rayo, era el rayo verde, era Julio Verne murmurándome al oído, ¿Lo viste al fin, gran tonto?